A veces no hay palabras ni citas que puedan resumir lo que paso aquel día. A veces el día, simplemente... termina.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Luz vagabunda



cuando ya me quiebro
y apoyo la cabeza sobre las manos,
cansadas crujen ante el imposible del peso que soportan
ese tonelaje que aplasta mi empuje
que frena la inercia del querer creer,
del querer arrancarme los ojos por no ver

y mi esperanza es una luz vagabunda
que huye de una voz que desnuda en una pared negra recita,
es un grito que llama a rebato
que reúne en la corte de los milagros*
a los desheredados que tienen como santo y seña a mi luz vagabunda

me desligo, me torturo con recuerdos de agujas
me desligo, me templo con presentes de dagas
me desligo y como un haz en una densa nube de pólvora que quema
veo trazar un arco de huida a mi luz vagabunda


*La corte de los milagros (Cour des miracles en francés): era una zona del París medieval habitada por mendigos, ladrones y prostitutas. Se encontraba en el barrio del mercado de Les Halles. Recibió este nombre porque sus habitantes, por el día, pedían limosna fingiéndose ciegos o discapacitados pero de noche, ya en la Corte, recuperaban milagrosamente la salud. Aparece en la novela del escritor francés Victor Hugo, Nuestra Señora de París. Valle-Inclán aplica alegóricamente su sentido para ridiculizar la corte de la reina Isabel II, bien conocida por sus vicios y excentricidades.

1 comentario:

  1. La condena de esta luz parece ser tener que ser cada vez más pequeña, insignificante, hasta que arrancarse los ojos es un acto desesperado. Un abrazo.

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