"El que se erige en juez de la verdad y el conocimiento
es desalentado por las carcajadas de los Dioses."
-Albert Einstein-
La vida, amante cínica y arrogante,
déspota meretriz de alcurnia que te niega en la pobreza
melosa manipuladora que limpia tus botas en la riqueza,
cruel compañera inevitable
te empuja y arrecia negaciones sobre tus dulces quimeras
tensa tus músculos hasta el chasquido
te sostiene con un hilo sobre el precipicio
ante tu grito: déjame caer, quiero plantar mis vísceras en el fondo del abismo;
no permite tu caída, precipitarte es su derrota
-solo ella puede poner final a la partida,
tu eres peón, ella tu reina-
impide tu retirada con retazos de verdad y belleza
se encola a tu cuerpo con brochazos de tibio beso alquitrán verdugo de otras vidas,
se enreda entre tus piernas con la soga de suave satén de un ahorcado,
inocula narcóticos placeres a tus venas con jeriguillas de yonqui muerto,
La vida te engaña cuando te nombra dueño de tu destino
te miente cuando crees ser soberano de lo justo,
te embauca cuanto pontificas tus verdades,
ridiculiza tu soberbia de creyente exento de error.
La única victoria que te otorga la vida es haber sobrevivido a su tiranía
una hora más,
un día más,
un año más,
Tu funeral: su cierre de opereta,
ridículo y esperpéntico espectáculo de llantos
de sonrisas de recuerdos antes olvidados
de melancolías de un pasado distorsionado
de musiquillas tiernas y halagos tardíos.
La vida no respeta ni a los muertos.